lunes, 30 de marzo de 2015

EL VALOR PÚBLICO Y LA ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA

EL VALOR PÚBLICO Y LA ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA

Las diferentes Facultades y Escuelas de Economía vivencian baja población estudiantil, situación que fue reseñada hace dos años,  5 de mayo 2013, por el periódico portafolio. Ese panorama se ha agravado, por cuanto el valor público que genera  el cursar el programa de Economía es nulo, ya que la academia se dedicó a promocionar la economía neoclásica, a circular unas teorías que se alejan de la realidad que se vive, bajo unos supuestos irreales y trazar unas políticas que no solucionan la problemática, que vivencia la humanidad. Desarrollan unos modelos que resisten todas las pruebas de lógica y se caracterizan por un rigor propio de una racionalidad impecable, pero carentes de veracidad. La economía neoclásica es un cuento de hadas con final feliz, pero no más.

En palabras de Samuelson (1965) los economistas se la pasan boxeando con sombras, 50 años después lo siguen haciendo, aterra que sigan hablando del equilibrio general y se entreguen premios entre ellos mismos por hablar de ese sofisma, pues no existe. Escriben sobre las bondades del mercado, olvidando las asimetrías tan odiosas de la información,  la cual altera cualquier transparencia entre oferentes y demandantes. Todavía creen en  la “mano invisible” desconociendo que la ética, está más que refundida en lo profundo de los océanos del utilitarismo.

La Economía como ciencia, perdió su naturaleza, incluso el profesor Mario Bunge PhD en física y matemáticas reconocido en la academia por sus estudios en el método científico, ha puesto en duda que la Economía sea una ciencia, en su libro  Filosofía y Economía (1990) afirma que si bien cumple con algunos requisitos de ciencia, sus principios o elementos subyacentes a las teorías neoclásicas que presenta no han sido comprobados. Por el contrario, la Economía de Smith, Ricardo, Marx establecieron unas premisas al estudiar las condiciones que desarrollan la esencia de la vida del hombre y de la sociedad, las cuales no han sido validadas ni controvertidas por los monetaristas ni los marginalistas del siglo XXI, se han olvidado de ellas o las han tergiversado, obstaculizando que la población se vea beneficiada de los avances científicos y tecnológicos en mejorar esas condiciones en procura de alcanzar la auténtica esencia del ser humano.


Mientras las escuelas de Economía sigan promocionando teorías y modelos distantes de la realidad, esos programas académicos no generaran valor público para la sociedad, y  los jóvenes de hoy seguirán corriendo despavoridos de las aulas frente a los cadáveres que llevan doscientos años embalsamados en filosofías no probadas, por un lado; y evitando caer en modelos lógicos y rigurosos que no solucionan los problemas que viven.

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