LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
COMO FARO DEL MODELO DE GESTIÓN QUE GENERA VALOR PÚBLICO
Si bien es cierto que no se ha construido una teoría
general sobre gestión pública, hoy en
día existe un consenso entre los expertos y epistemólogos de la gestión
pública, acerca de la importancia académica, institucional y practica de que
las políticas públicas se han convertido en un hecho concreto de teorías y
modelos que exploran, describen y proyectan la literatura de la gestión
pública. Por ello un modelo de gestión que genere valor público debe ser
orientado por unas políticas incluyentes que tengan al ser humano como actor
principal y como objetivo final.
Esos seres humanos, son hombres y mujeres que demandan
un nuevo tipo de reformas en los asuntos públicos, si bien desde la década del
noventa del siglo pasado en Colombia y en el resto del orbe, se han realizado dos
generaciones de mutaciones de Estado y su organización, lo cierto es que han
sido para atender asuntos de orden fiscal, y en el mejor de los casos para
resolver temas de crecimiento económico, ambas reformas las hicieron desde una
perspectiva fragmentada, focalista y bajo el principio de la racionalidad,
teniendo como premisa que las personas son racionales, “axioma” de los
economistas clásicos y neoclásicos, principio que ha quedado muy mal parado con
las proposiciones expuestas por varios nobel de las ciencias económicas, como Herbert Simón y principalmente por Daniel
Kahneman (premio nobel 2002) quien ha demostrado la falsedad de tal
racionalidad en la toma de decisiones. Por eso la nueva reforma se debe hacer
desde una mirada holística integradora y fundamentalmente teniendo como núcleo
al ser humano.
Como se ha manifestado en varias oportunidades,
el modelo de gestión debe considerar la cultura de nuestra sociedad colombiana
y latinoamericana, lo mismo que la democracia social en el diseño y ejecución
de las políticas, los programas y los proyectos
que se implementen en procura de una mejor calidad de vida de los ciudadanos. Ambos
temas tienen como elemento subyacente al ser humano, la cultura está
determinada por unas actitudes históricas de las personas que integran nuestra
sociedad, y la democracia social esta signada por la participación de hombres y
mujeres en la toma de decisiones sobre los temas que generan valor público,
como la salud, la educación, la justicia y el bienestar.
Entonces, la nuevas reformas deben ser
incluyentes, participativas, soportadas
en una comunicación transparente, el problema no es que se expidan leyes o se
dicten decretos sobre el tema, el asunto es que se actué dentro de unos
principios de respeto por la diversidad y sin imposiciones, se proceda de una
forma ética, desde el diseño e implementación de unas políticas públicas, producto
de una concertación entre la administración y la ciudadanía, empleando como cemento articulador la moral
pública, produciendo una génesis cultural de rechazo a la corrupción, tanto en
los servidores públicos como en la ciudadanía, de tal manera que la gestión
pública en Colombia genere beneficio para sus habitantes.
Con unas políticas públicas consensuadas, se
iluminara el camino a seguir en el diseño de un modelo de gestión pública, que cualifique
el servicio gubernamental, implementado mediante la construcción
colectiva, con el concurso de los ciudadanos, los servidores públicos y las instituciones,
de tal manera que la gestión arroje valor público, es decir, que los resultados
de la inversión de los recursos públicos, sean de valor para la sociedad en
general. El modelo es un referente para el funcionamiento de las diferentes
dependencias en los diferentes niveles, de ninguna manera se puede considerar
como una imposición.
Si bien dentro de la segunda generación de
reformas en la gestión pública en Colombia y en el resto de Latinoamérica, se
adoptaron modelos de gestión para optimizar el uso de los recursos públicos,
como el Modelo Estándar de Control Interno MECI y la Norma Técnica de Calidad
en la Gestión Pública NTCGP 1000: 2009, ambos modelos tienen como premisa la
eficiencia económica y la racionalidad, principios signados por la
fragmentación, la focalización y
postulados empresariales, postulados que no debe desconocer la gestión pública
pero que no solos únicos que determinan su modelo de gestión, el nuevo modelo
debe ser holístico, integrador, incluyente, que considere las actitudes derivadas
de la cultura latinoamericana y que
tenga como objeto al ser humano y sus necesidades.
El Modelo de
gestión pública incluirá tanto las estrategias, como las líneas de
acción, y los instrumentos que permitan evidenciar que su implementación se correlaciona
con las políticas públicas adoptadas, y hacen posible el monitoreo al logro de
los objetivos y las metas propuestas en
los planes, programas y proyectos. Las
estrategias del modelo conllevan a identificar los hechos de valor para los
ciudadanos como son mejorar su calidad de vida y la transparencia cierta en el manejo
de los recursos públicos, mediante indicadores cualitativos superando la
tradicional medida cuantitativa de las acciones gubernamentales.
Es importante incursionar en el siglo XXI, sin
perder de vista que de la transparencia con que se manejen los programas y
proyectos en Colombia, dependerá en gran medida que dentro del nuevo concepto
de globalización, se alcance un margen de competitividad y confianza, que promueva
la inversión de la empresa privada tanto nacional como extranjera.
Por ello se requiere que los entes públicos,
acordes con esas nuevas circunstancias, tracen unas líneas de acción que
conlleven a que los proyectos estén al servicio de los ciudadanos, donde el uso
del suelo, y fundamentalmente, los servicios de educación, salud y seguridad social sean factores del
desarrollo nacional. Las estrategias y las líneas de acción deben resolver los aspectos culturales que obstaculizan la modernización en Colombia,
complementadas con unas acciones a
recuperar la planificación como un proceso ciudadano, desvirtuando su
concepción como un acto de gobierno plasmado en un plan.
Esta reforma de tercera generación tendrá como
objeto que la gestión pública rescate al ser humano de la racionalidad
instrumental y que de acuerdo a su naturaleza y a sus capacidades implemente un
modelo de gestión, producto de un factor cultural en los consensos y la democracia
social, donde nuestra historia latinoamericana sea el soporte de las lógicas que
se implementen y las acciones que se desarrollen. Es decir, los seres humanos
(la población) deciden que es lo que quieren, y como pueden hacerlo. De ninguna
manera se podrá fragmentar las políticas públicas y el modelo de gestión por
cuanto se perdería las interconexiones existententes entre las sociedades y entre las
organizaciones, el modelo no será la instrumentalización de las políticas,
ambos tienen un sentido humano y ese es su objeto.