miércoles, 23 de abril de 2014

LAS POLÍTICAS PÚBLICAS COMO FARO DEL MODELO DE GESTIÓN QUE GENERA VALOR PÚBLICO

LAS POLÍTICAS PÚBLICAS COMO FARO DEL MODELO DE GESTIÓN QUE GENERA VALOR PÚBLICO

Si bien es cierto que no se ha construido una teoría general sobre  gestión pública, hoy en día existe un consenso entre los expertos y epistemólogos de la gestión pública, acerca de la importancia académica, institucional y practica de que las políticas públicas se han convertido en un hecho concreto de teorías y modelos que exploran, describen y proyectan la literatura de la gestión pública. Por ello un modelo de gestión que genere valor público debe ser orientado por unas políticas incluyentes que tengan al ser humano como actor principal y como objetivo final.

Esos seres humanos, son hombres y mujeres que demandan un nuevo tipo de reformas en los asuntos públicos, si bien desde la década del noventa del siglo pasado en Colombia y en el resto del orbe, se han realizado dos generaciones de mutaciones de Estado y su organización, lo cierto es que han sido para atender asuntos de orden fiscal, y en el mejor de los casos para resolver temas de crecimiento económico, ambas reformas las hicieron desde una perspectiva fragmentada, focalista y bajo el principio de la racionalidad, teniendo como premisa que las personas son racionales, “axioma” de los economistas clásicos y neoclásicos, principio que ha quedado muy mal parado con las proposiciones expuestas por varios nobel de las ciencias económicas, como  Herbert Simón y principalmente por Daniel Kahneman (premio nobel 2002) quien ha demostrado la falsedad de tal racionalidad en la toma de decisiones. Por eso la nueva reforma se debe hacer desde una mirada holística integradora y fundamentalmente teniendo como núcleo al ser humano.

Como se ha manifestado en varias oportunidades, el modelo de gestión debe considerar la cultura de nuestra sociedad colombiana y latinoamericana, lo mismo que la democracia social en el diseño y ejecución de las políticas, los programas y  los proyectos que se implementen en procura de una mejor calidad de vida de los ciudadanos. Ambos temas tienen como elemento subyacente al ser humano, la cultura está determinada por unas actitudes históricas de las personas que integran nuestra sociedad, y la democracia social esta signada por la participación de hombres y mujeres en la toma de decisiones sobre los temas que generan valor público, como la salud, la educación, la justicia y el bienestar.

Entonces, la nuevas reformas deben ser incluyentes, participativas,  soportadas en una comunicación transparente, el problema no es que se expidan leyes o se dicten decretos sobre el tema, el asunto es que se actué dentro de unos principios de respeto por la diversidad y sin imposiciones, se proceda de una forma ética, desde el diseño e implementación de unas políticas públicas, producto de una concertación entre la administración y la ciudadanía,  empleando como cemento articulador la moral pública, produciendo una génesis cultural de rechazo a la corrupción, tanto en los servidores públicos como en la ciudadanía, de tal manera que la gestión pública en Colombia genere beneficio para sus habitantes.

Con unas políticas públicas consensuadas, se iluminara el camino a seguir en el diseño de  un modelo de gestión pública, que cualifique el servicio gubernamental, implementado mediante la construcción colectiva, con el concurso de los ciudadanos, los servidores públicos y las instituciones, de tal manera que la gestión arroje valor público, es decir, que los resultados de la inversión de los recursos públicos, sean de valor para la sociedad en general. El modelo es un referente para el funcionamiento de las diferentes dependencias en los diferentes niveles, de ninguna manera se puede considerar como una imposición.

Si bien dentro de la segunda generación de reformas en la gestión pública en Colombia y en el resto de Latinoamérica, se adoptaron modelos de gestión para optimizar el uso de los recursos públicos, como el Modelo Estándar de Control Interno MECI y la Norma Técnica de Calidad en la Gestión Pública NTCGP 1000: 2009, ambos modelos tienen como premisa la eficiencia económica y la racionalidad, principios signados por la fragmentación,  la focalización y postulados empresariales, postulados que no debe desconocer la gestión pública pero que no solos únicos que determinan su modelo de gestión, el nuevo modelo debe ser holístico, integrador, incluyente, que considere las actitudes derivadas de  la cultura latinoamericana y que tenga como objeto al ser humano y sus necesidades.

El Modelo de  gestión pública incluirá tanto las estrategias, como las líneas de acción, y los instrumentos que permitan evidenciar que su implementación se correlaciona con las políticas públicas adoptadas, y hacen posible el monitoreo al logro de los objetivos y  las metas propuestas en los planes, programas y proyectos.  Las estrategias del modelo conllevan a identificar los hechos de valor para los ciudadanos como son mejorar su calidad de vida y la transparencia cierta en el manejo de los recursos públicos, mediante indicadores cualitativos superando la tradicional medida cuantitativa de las acciones gubernamentales.

Es importante incursionar en el siglo XXI, sin perder de vista que de la transparencia con que se manejen los programas y proyectos en Colombia, dependerá en gran medida que dentro del nuevo concepto de globalización, se alcance un margen de competitividad y confianza, que promueva la inversión de la empresa privada tanto nacional como extranjera.

Por ello se requiere que los entes públicos, acordes con esas nuevas circunstancias, tracen unas líneas de acción que conlleven a que los proyectos estén al servicio de los ciudadanos, donde el uso del suelo, y fundamentalmente, los servicios de educación, salud  y seguridad social sean factores del desarrollo nacional. Las estrategias y las líneas de acción deben resolver los aspectos culturales que obstaculizan la modernización en Colombia, complementadas con unas acciones a  recuperar la planificación como un proceso ciudadano, desvirtuando su concepción como un acto de gobierno plasmado en un plan.

Esta reforma de tercera generación tendrá como objeto que la gestión pública rescate al ser humano de la racionalidad instrumental y que de acuerdo a su naturaleza y a sus capacidades implemente un modelo de gestión, producto de un factor cultural en los consensos y la democracia social, donde nuestra historia latinoamericana sea el soporte de las lógicas que se implementen y las acciones que se desarrollen. Es decir, los seres humanos (la población) deciden que es lo que quieren, y como pueden hacerlo. De ninguna manera se podrá fragmentar las políticas públicas y el modelo de gestión por cuanto se perdería las interconexiones existententes  entre las sociedades y entre las organizaciones, el modelo no será la instrumentalización de las políticas, ambos tienen un sentido humano y ese es su objeto.     



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