martes, 15 de abril de 2014

LA MODERNIZACIÓN, MEDIANTE UN MODELO DE GESTIÓN PÚBLICA.

LA MODERNIZACIÓN, MEDIANTE UN MODELO DE GESTIÓN PÚBLICA.

La universalización del Derecho y la Justicia, la globalización de la economía y la revolución informática mundial, inserta la diversidad del mundo en lo nacional y local. Para aprovechar las bondades que trae esa situación, ha sido necesario reformar el Estado, mediante una nueva lectura sobre la modernización, pero no se ha valorado suficientemente las particularidades culturales e históricas colombianas, lo cual ha dejado muchos sinsabores los cambios suscitados. Ya se ha recorrido por más de veinte años el camino de reformas. Si bien el Estado ha enviado unas señales de que se ha modernizado en concordancia con las demandas contemporáneas, también es cierto que no han sido suficientes las medidas adoptadas y que sigue vigente la necesidad de construir modelos de gestión pública que satisfagan las necesidades vitales de la población.

La expedición de leyes y demás normas no es la única solución para atender las demandas ciudadanas, tampoco lo es el asignar nombres modernos a las viejas prácticas administrativas del sector público, por cuanto sigue vigente el estudio de  “La Administración al servicio del Público”, realizado por la OCDE (1998), donde se habla de la necesidad de desarrollar un nuevo Valor de Gestión, ya que “las criticas indican que el servicio publico esta sobre todo al servicio de los funcionarios....Incluso en los países donde la Administración tiene una sólida imagen de servicio publico, un funcionario piensa en primer lugar en la jerarquía y la autoridad competente, el cliente que se dirige a él ocupa un segundo lugar” (OCDE: 1998: 17).

Los investigadores sobre estos asuntos públicos vienen avanzando en la construcción de una teoría sobre la gestión pública y diversas escuelas y centros de estudios en todo el orbe han profundizado sobre el tema, pero en esos trabajos se han omitido variables culturales que influyen significativamente en los asuntos públicos. El CLAD ha venido abordando el caso latinoamericano, y ha centrado su labor en la relevancia de lo público no estatal, y menciona dos restricciones para la reforma del Estado en la región, una económica y otra democrática, las cuales son bien analizadas y sustentadas en varios escritos. Sería muy importante que se considerará en estos trabajos: la restricción cultural para realizar la gestión pública como valor público, entendido éste como lo apreciado por la sociedad, lo útil para los ciudadanos y el beneficio colectivo.
  
Bajo esta premisa las nuevas reformas en Colombia, debe incluir el diseño de un Modelo Gerencial de Gestión Pública con un tratamiento diferente al desarrollado en países desarrollados. Varios analistas consideran   que es necesaria una reforma mucho más profunda, una reforma cultural e institucional que pase por la transformación de la cultura y las prácticas políticas, hacia un contexto caracterizado por la dinamización de las estructuras políticas en su relación con la ciudadanía. Las concepciones de poder y las características del interactuar entre los ciudadanos, son muy diferentes en una sociedad desarrollada a la que se vivencia en Colombia.

Podría pensarse, que esas diferencias surgen sólo del grado de maduración del sistema económico, la democracia y las capacidades técnicas. Sin embargo, las diferencias no sólo radican en el nivel de desarrollo de ambos contextos; son más profundas; son también, y sobre todo, de orden cultural e histórico, La idiosincrasia colombiana está en la raíz de los principales obstáculos para modernizar el Estado. Por ello es la primera de una serie de incógnitas que es importante despejar para identificar una vía que conlleve a una modernización del Estado,  implementando un Modelo de gestión pública que genere valor público, entendiéndose la gestión como un factor dinamizador y no como un obstáculo a la ejecución de las políticas públicas.                     

El abordar la modernización, bajo los supuestos actuales de los comportamientos sociales no es productivo, sería como “remendar un vestido acabado”. La competitividad de hoy  requiere construir un modelo de gestión pública considerando las particularidades nacionales. Por ello es necesario hacer un análisis de la modernización en Colombia, abordando su cultura caracterizada por las secuelas de una combinación de rituales y mecanismos de exclusión propios de siglos pasados, el modelo de gestión requiere considerar la idiosincrasia de la sociedad colombiana en general y la del servidor público en particular.

El ambiente para hacer una realidad la modernización del Estado, debe estar precedido de la remoción de algunas creencias arraigadas en la población colombiana, aspectos estos que han dificultado los cambios requeridos para incursionar realmente en  la modernidad que demanda la región, se debe consolidar una institucionalidad enraizada en profundos principios democráticos y de respeto por la dignidad humana sin exclusión alguna.

Ahora bien, en la región, desde la época de las batallas que nos dieron la independencia, se viene hablando  de la democracia política, y en los últimos  treinta años, ha habido avances en ese campo: se han aprobado reformas constitucionales y algunas normas participativas. A partir de estos actos jurídicos, que tanto  fascinan y embelesan a los pobladores colombianos, el pronunciamiento de los ciudadanos comunes y corrientes, sobre  los asuntos públicos  es un derecho. Participar es un derecho.

Pero esta nueva situación de fortalecer la democracia,  no se logra con la simple expedición de normas, se necesita mucho más que eso. Ante  todo se requiere  fomentar un nuevo modelo de gestión publica, donde se deje de privilegiar a algunos sectores, la comunicación sea transparente, y se respete el derecho a ser, pensar y actuar diferente, se reconozca a los ciudadanos y a los servidores públicos como  personas pensantes y con grandes posibilidades creativas. Se necesita un verdadero cambio, no un cambio de nombre a los tradicionales esquemas, se requiere un cambio de actitud, un cambio de paradigmas.

Solamente a partir del sentir y de los requerimientos de los ciudadanos debe construirse una modernización, que incluya las formas de gerenciar lo público, que supere lo formal y atienda lo fundamental. La administración pública ha sido renuente al cambio, sigue atada a lo procedimental, desconociendo las demandas de los ciudadanos en lo concerniente a que la gestión produzca resultados que satisfagan sus necesidades.

A partir de la armonización entre la cultura y el mundo contemporáneo, se puede generar una nueva mirada, materializando la modernización en políticas públicas viables e incluyentes y un modelo de gestión que considere las aspiraciones de los ciudadanos, y que, como fruto de esa nueva mirada, se pudiera afirmar que con ella empieza la gestión que le cierra las puertas a la corrupción, erigiendo a la sociedad como reina y  donde se extinguen los reinos de los violentos y los inmorales.

Lo anterior se logra mediante el diseño e implementación de políticas públicas, como medio esencial para concertar entre la administración y la ciudadanía las estrategias que conduzcan a  construir redes entre los diferentes actores,  empleando como cemento articulador la moral pública, produciendo una génesis cultural de rechazo a la corrupción, tanto en los servidores públicos como en la ciudadanía, de tal manera que la gestión pública en Colombia genere beneficio para sus habitantes.



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